7 de febrero de 2012

Una despedida

Terca! a falta de otra represalia para hacerme cambiar de conducta
porque mi comportamiento te sabe al mismo prólogo largo y difícil de siempre
que resulta en lo mismo de siempre, distinto a lo que yo espero/quiero/digo que quiero.

Resuelvo decirte agitada que no sufro de terquedad! Aunque padecerla implica, a veces, no aceptarlo.
Me desespera tu confianza arrogante, igual que esa avivada observación y elocuencia.
Me desesperan especialmente en esos momentos en que mi elocuencia no alcanza la tuya,
y ya más nada importa, porque todo está dicho, aún cuando la voz me haya traicionado.

Piensas sólo en el momento;  de aquellos de espacio y tiempo inmediatos.
esos conflictivos unos con otros, de los que con el paso del tiempo
tu conciencia se ha cansado de recriminarte por las noches.
Pero si aun tu conciencia te visita en algunas de esas, eres terco tú también.

Y eres terco si piensas irreflexivo cuando estamos solos, sin nadie capaz de vernos,
sin un amigo a quien saludar, alguien frente a quien aparentar,
o  algo que nos impida darle rienda suelta al pensamiento,
que todo lo que hacemos se llama "Vivir la Vida".

Con el tiempo encontraré la manera natural de alejarte de mí.
Te alejaré por lo que soy cuando estoy sin ti, por lo que seré si no te dejo.
Te dejaré sin pensar en lo que soy cuando estoy contigo,
sin remembrar toda la magia y  lo colorida que se torna la vida
en esos momentos en que estamos solos los dos.