Él piensa en mí. Me lo dijo.
Lo hace cuando ve la Luna llena suspendida en el cielo nocturno, y también cuando ésta es muy brillante o muy grande. Pero además, él me pensará a partir de hoy cuando mire los espolones de las playas. Y él me pensará por las noches y por las mañanas también, y me llamará para saludar al medio día. Estaremos en contacto para vernos.
Yo también pensaré en él cuando vea la Luna llena por las noches y cuando ésta sea más grande o brillante de lo normal, porque una vez le regalé la Luna más imponente que por mucho tiempo no volverá a estar en el cielo. Le pensaré cuando pase por las playas de esta ciudad y recuerde que en sus espolones, en una noche de junio, una joven pareja probó por primera vez sus besos y ese pedacito de cielo que pocos alcanzan. Lo recuerdo cuando oigo algún Vallenato que alguna vez le haya escuchado cantar en su son y en su salsa. Yo lo pensaré, como desde hace ya bastantes días, por las noches al dormir y también por las mañanas.
Leo las pocas entradas de tu blog mil veces cada una y me pregunto por qué sigues sin escribir. Un beso-
ResponderEliminarAy! no sabes cómo me haces llorar por tanto amor :)
ResponderEliminarMi querida San... te invito a leer mi nueva entrada Efecto Camaleón. Una historia, como todas, de algo propio e impropio. Besos!
ResponderEliminar